Jueves, 28 de Marzo de 2024  
 
 

 
 
 
Opinión

El Litio, la oportunidad desaprovechada

Por Jaime Abedrapo.

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La minería en Chile en las últimas décadas sigue incrementando su aporte al PIB del país, pasando de 30.000 dólares anuales a sobre los 290.000 en un par de décadas.

Al respecto, podemos afirmar que la economía chilena está “arrastrada” por la explotación de sus minerales, lo que ha significado un alto consumo de energía y un daño medio ambiental significativo.

Esto a pesar de ser notoria la mayor información respecto a las consecuencias que significa el cambio global, cuya vertiente más divulgada es el cambio climático. A pesar de ello pareciera que estamos decididos a no enmendar el rumbo, siendo desestimada por parte del sistema político chileno en su conjunto la oportunidad que representó el litio en el contexto de una floreciente industria.

En efecto, el sector minero sigue y seguirá siendo el gran aportador de inversiones, creador de fuentes de trabajo e ingreso de divisas para el país, mientras el ecosistema lo permita. No se advierten esfuerzos significativos por impulsar cambios en nuestra estructura productiva.

Nuestro crecimiento económico está estrechamente ligado a una “dependencia” en la explotación de minerales, lo que significa alta demanda de agua, consumo de energía y niveles de contaminación que hacen cuesta arriba la sostenibilidad.

En este contexto, el Litio le presentó una posibilidad al país para hacer un proceso de inflexión y proyectar una nueva estrategia de desarrollo nacional, ya que si bien Chile sigue siendo el primer productor de Carbonato de Litio, las proyecciones a nivel internacional permiten observar una fuerte competencia y muy posiblemente una gran pérdida de oportunidad en un aporte al valor agregado de este mineral, el cual será estratégico para el desarrollo de la industria del transporte en un futuro cercano, la electro movilidad.

Sabiendo que el litio está en posesión del Estado desde 1979, cuando se le otorgó el carácter de “interés nacional” por su relación con la energía nuclear (fusión nuclear), el valor estratégico actual y futuro está en las baterías, las que se están diseñando para reemplazar la carencia relativa del petróleo y por razones de sostenibilidad medio ambiental.

En dicho contexto, Chile pudo haber apostado por un cambio en sus políticas públicas y dar un salto tecnológico relevante en vista a participar de la creación de capacidades nacionales para desarrollar una industria competitiva de baterías o electro movilidad.

Ciertamente ello hubiese necesitado modificar el papel del Estado en la economía, sin embargo, se apostó por mantener el modelo extractivo y aceptar, por omisión, el fortalecimiento del oligopolio en la industria de explotación del mineral principalmente por parte del Estado chino, el cual está detrás de las principales compañías que se dedican a la explotación, distribución y creación de valor agregado al litio.

 

Parte de los argumentos que se han esgrimido para que la opinión pública nacional no quede con una percepción de incompetencia de parte del Estado de Chile y una miopía por parte de sus gobernantes por no tomar cartas en el asunto, es que el Litio es un recurso abundante en el mundo y Chile es sólo un país más que lo posee; Chile no es líder de producción; y sobre todo se desmintió que el litio podría convertirse en el cobre del futuro.

Estas son verdades a media, ya que, si bien las reservas en Chile del Litio son de aproximadamente 7 millones de toneladas y las reservas en el mundo se estiman entre 50 y 100 millones de toneladas, la producción de electro movilidad hubiese significado desarrollar una industria mixta (público y privado) que hubiese aportado a la innovación y desarrollo.

Al respecto, la enorme oportunidad desperdiciada por Chile respecto del Litio está principalmente en no haber buscado respuestas a la mejora tecnológica de las baterías por sus principales deficiencias exhibidas hasta hoy.

Primeramente, los precios muy elevados que muy posiblemente se disminuirán hasta llegar a ser competitivos con el petróleo; el bajo rango de autonomía para los automóviles; la lenta recarga de las baterías y la corta vida de las mismas.

En consecuencia, Chile perdió la oportunidad de producir un recurso estratégico para el desarrollo mundial. Además, la innovación y el desarrollo de nuevas tecnologías habrían incentivado la entrada al mercado chileno de nuevos competidores de extracción de Litio, y de actores que aporten know how.

Si bien en Chile se creó el Centro de Investigación del Litio en donde tiene especial participación la Facultad de Ingeniería de la U. de Chile, este tiene limitaciones severas desde la perspectiva presupuestaria.

En definitiva, Chile decidió mantener un modelo de desarrollo altamente contaminante y que significa impactar negativamente las proyecciones de nuestra “huella de carbón” en su productividad (especialmente debido a la extracción minera y explotación forestal), cuestión que hace más grave que el Litio haya sido obviado por parte del Estado como una nueva visión desarrollo, y sólo percibido como una materia prima que paga algún tributo (muy bajo) tras su comercialización por parte de un consorcio internacional, que en último término está controlado por China.


 
 
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