Aunque a primera vista parezca contradictorio el titulo, personalmente como hombre del siglo XXI, así lo percibo.
La expresión ecuménica del 8M en las calles chilenas, me permitió deambular por interesantes conversaciones, entre las que destaca aquella en que mi interlocutor valoraba el apoyo de la pareja, necesario para que las mujeres puedan protestar, concretamente reflejado en el cuidado de los hijos.
Es cierto que debemos trabajar en conjunto y en igualdad de condiciones, respetándonos mutuamente, pero es necesario recordar que el opresor de la mujer es el hombre. Somos de la misma especie, pero nuestras diferencias han sido utilizadas para someter a la mujer, anulándola como ser humano.
Me parece ingenuo e incluso machista, pensar que las parejas masculinas ayudaran en la liberación de la mujer y en el logro de una posición social igualitaria. El enemigo es el hombre, y nosotros no estamos dispuestos a ceder los beneficios de serlo, sea consciente o inconscientemente, ya que el acervo cultural de superioridad masculina está anclado profundamente en nuestro ADN.
Decidimos que algunas tareas son de segunda categoría y como tal deben ser desarrollas por un ser inferior, como un sistema de castas. El cuidado de los hijos ha sido históricamente una actividad subvalorada, asignada a la mujer, casi por inercia, dada la gestación y la inicial dependencia alimentaria natural, un atributo femenino, que hemos transformado en una sentencia perpetua.
Varios de mis congéneres estarían encantados de estar al cuidado de sus hijos y lo que esto implica, pero quizás los detiene el estereotipo machista y la proyección interna de Freddie Mercury, personificando a una dueña de casa en “I want to break free”.
La liberación femenina traerá consigo hombres mas libres, felices y masculinos.
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