Viernes, 29 de Marzo de 2024  
 
 

 
 
 
Opinión

Movilización Docente

Por Francisco Rodríguez Arancibia, Presidente Provincial Colegio de Profesores.

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Hoy, los profesores de Chile hemos dejado por un día los plumones, los libros, las guías, el proyector, los laboratorios, academias y las clases, no por descansar para perjudicar a nadie, sino para dar otro tipo de lección: una clase de dignidad y ciudadanía.

Marchamos para exigir solución a sentidas demandas; lo hacemos de cara a la comunidad y a las autoridades. Alegres y decididos; con música, colores y ocupando las calles que a todos nos pertenecen; esto que a alguien podría sonarle una paradoja, lleva los mismos códigos del mundo que vivimos, solo que cambiados positivamente. El dolor de muchos no lo expresamos en nuestros rostros ni en nuestras clases; pero tampoco lo evadimos o hacemos de ello un espectáculo; lo transformamos en un potente mensaje cultural, porque los docentes somos, por naturaleza, promotores y creadores de cultura.

Nuestras demandas, conocidas por todos, nos han hecho salir a la calle ante una obstinada  indiferencia y respuesta negativa del Ministerio de Educación: reconocimiento de la deuda histórica para nuestros colegas mayores; fin al agobio, a las agresiones y fortalecimiento del sistema educativo; estabilidad laboral, poniendo fin a los dobles contratos de horas titulares y de extensión; igualdad de trato para nuestros y nuestras colegas docentes diferenciales, de párvulos y de educación básica, reconociendo sus menciones profesionales; fin al doble proceso de evaluación docente, dejando la nacional y haciéndola realmente formativa y no punitiva; nuestro anhelo sentido es que un día esta evaluación se llegue a derogar y los enormes recursos que se pagan a entes privados que administran el sistema, sean destinados a perfeccionamiento, el que debe volver a ser considerado y pagado íntegramente como asignación; cambiar el sistema a una escuela democrática, profesional y especializada, superando la estandarización porque nuestros estudiantes, cuando egresen, no van a trabajar contestando alternativas; corregir aspectos esenciales de la carrera docente que es ley como el sistema de encasillamiento que significa que, por hacer un mismo trabajo, colegas ganen sueldos distintos; terminar con el sistema de voucher o subvención por asistencia, porque ningún presupuesto se hace pensando en los vaivenes propios del clima, la salud o los trabajos; avanzar decididamente hacia el 50% de horas lectivas y no lectivas, como en la mayoría de los países desarrollados a los que Chile toma de modelo; no sobran profesores, lo que hay que hacer es bajar el número de alumnos por curso; implementar la carrera directiva, terminando con la facultad de directores y jefes de nombrar “personas de confianza”, muchas veces sin atender suficientemente los méritos profesionales de los docentes que forman las comunidades…

Estamos aquí para expresar alegre y decididamente nuestro compromiso con una educación realmente integral que debe sustentarse a) en la rigurosidad profesional; b) en el afecto, porque como señala Maturana, los humanos somos “animales amorosos” y c) también en una rigurosa ética que forme personas plenas, dignas, comprensivas, de pensamiento crítico y sentido ciudadano y humano que aleje los distintos vicios de abusos y corrupción.

El desarrollo económico no puede pasar por encima de las vidas y el medio ambiente, que muchas veces es alterado irreversiblemente. Nuestra región sufre en estos días el envenenamiento de Quintero y la zona de Puchuncaví y Ventanas; nuestra palabra de aliento para los colegas, sus familias y la comunidad de esos lugares. Ninguna “mitigación” consistente en juegos infantiles, paraderos y plazoletas de cemento nos van a devolver un medio libre de contaminación…

Vivimos también el duelo de un colega asesinado alevosa y cruelmente y otro que; agobiado quizás por qué fantasmas, decidió poner fin a su vida. Hay consternación y dolor, que es el más sentido luto, por eso los invito a hacer por ellos un instante de silencio…

La mano negra de la violencia física y psicológica ha alcanzado también a algunos colegas. Esto no puede ser normal; no puede hablarse de “daño colateral” porque no estamos en guerra y la violencia no puede ocultarse. Mal haríamos si la escondemos, bajo cualquier pretexto: el prestigio de nuestros establecimientos, la excusa de la posible baja de matrícula o considerar que “el mundo es así” y resignarnos a que “esto es normal en estos tiempos”: nos permitimos recordar que la legislación –e incluso una ley ingrata como la 20.501- reconoce el derecho del docente a desempeñarse en un ambiente libre de violencia física, psicológica o moral.

La normalización o la invisibilización de los problemas no ayudan a solucionarlos. Si seguimos haciendo las mismas cosas que han salido mal hasta ahora, no esperemos resultados distintos o mejores. Por eso exigimos diálogo y ser escuchados. Nos acogemos al derecho y a nuestras convicciones, que no podrán ser calladas: con nuestros peñi decimos: Inchiñ maita trantungenuchi aliwen fun: ¡somos el árbol que no han podido y no podrán derribar!

Suenan algunas voces aisladas de amenazas y descuentos: si se concretan, las enfrentaremos con decisión y la verdad por delante: uno no puede considerarse un demócrata si tiene un discurso de comprensión e igualdad y actúa, por el contrario, con represión y amenazas.

Quisiera llegar a cada colega con un abrazo y palabra de aliento. Solo unidos y conscientes lograremos la justicia que tanto anhelamos. Seguimos confiando en que se impondrán la verdad y la justicia y que a ellas se llega por el camino del equilibrio, el diálogo y el buen criterio. Ahora regresemos a nuestros hogares con la tranquilidad de quienes somos constructores de sociedad y mañana retomemos las clases con una señal más de dignidad impresa en nuestros espíritus.

 

¡Que vivan los profesores para que viva Chile!


 
 
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