En Chile existe un programa que es considerado exitoso para la atención de adultos mayores en los centros de atención primaria del país (consultorios), en el cual la gente mayor de 65 años recibe alimentación especial que consiste en leche y sopas ricas en antioxidantes y vitaminas, además de la realización de evaluaciones periódicas de su estado cognitivo y físico, los cuales son realizados principalmente por enfermeros recibiendo además evaluación médica de forma periódica.
El resultado que tiene este programa en líneas generales es un óptimo manejo y prevención de alteraciones cognitivas en estos pacientes, como por ejemplo, la demencia senil y el Alzheimer, previniendo el deterioro acelerado y logrando mejorar los efectos negativos de estos en la calidad de vida de los pacientes. Sin embargo, es sabido que los tratamientos farmacológicos sólo son capaces de manejar modestamente la evolución de los síntomas mentales pero jamás curarlas. Es por esta razón que el objetivo principal de las políticas de salud públicas están orientadas a prevenir la demencia en etapas tempranas de nuestras vidas (adolescencia y adultez temprana), lo cual está a cargo de otros programas como el llamado “Elige vivir sano” en donde se promueven estilos de vida saludables, como la prevención del tabaquismo, la promoción de actividad física periódica, la prevención de la obesidad a través de la alimentación sana, etc. Sin embargo no existe una educación efectiva a la comunidad sobre la importancia de hábitos de vida saludables para tener una buen envejecer, puesto que estas conductas saludables están íntimamente ligadas a la prevención del deterioro neurológico que está a la base de las enfermedades demenciales en la adultez mayor
Personalmente, me llama mucho la atención ver que las políticas de salud públicas están centradas principalmente a decirle a las personas “qué es lo que tienen que hacer” pero no a “porqué tienen que hacerlo”, con el fin de poder crear una cultura de la prevención que surja a partir del darse cuenta de las personas sobre la importancia de los cambios de hábitos más allá de simplemente considerar que son cosas “buenas” que hay que hacer sólo porque si, validando la autonomía de las personas de decidir por sí mismas que es lo que es bueno para ellos. De esta manera se puede generar conciencia en las personas del concepto llamado “reserva cognitiva”, el cual habla de la importancia de tener un estilo de vida saludable con un fuerte y constante entrenamiento mental (leer, hacer ejercicios mentales como crucigramas, ejercitar la memoria, etc.) para prevenir el deterioro neurodegenerativo progresivo acelerado que está a la base de una demencia en la tercera edad, el cual tiene la característica de ser invisible y silencioso.
Otro ejemplo de falta de cultura lo podemos ver regularmente cuando conocemos a alguien a quien le controlan periódicamente el colesterol y los triglicéridos pero que sin embargo aún no tiene claro que son estas cosas y cuál es la importancia de estas, señalando vagamente que algo tienen que ver con prevenir accidentes vasculares, siendo que el principal riesgo que tiene altos niveles de colesterol y triglicéridos es precisamente el deterioro cerebral acelerado y el riesgo de generar un trastorno demencial como el Alzheimer en la medida que comience a envejecer.
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